140 viviendas en Madrid Sur

La edificación de una manzana en un ensanche verde debe garantizar la continuidad y construcción de la trama urbana: la calle. La edificación anular genera un espacio abierto central. Tallar este espacio, caracterizarlo, no tiene por qué obligar a una traslación paralela de las alineaciones exteriores.

La construcción de este jardín –que no patio de manzana– en tanto que espacio colectivo cuenta con el soporte de sus fachadas y alineaciones. Jardín y calle, espacio privado y público no deben mezclarse en un tejido de por sí esponjado. Solamente ha lugar a la intuición del uno desde la otra a través de leves fisuras que faciliten la ventilación del jardín y la promesa de lo que se oculta detrás de las cancelas. La esquina, pieza fundamental de la manzana, doblada y desgajada, aloja la máxima tensión de esta relación: media entre ambos territorios.

La unidad de vivienda, independientemente de su programa, debe participar tanto del jardín como de la calle. Se proyecta una tipología cruzada en un solo nivel, más ajustada a las consideraciones de tamaño del mercado potencial. La equivalencia de calidad, de la calle y del jardín permite soslayar el problema tradicional del soleamiento de una trama de cuadrícula orientada a norte. Cada vivienda adopta libremente la mejor orientación solar de sus piezas.

No se puede decir que la relación convencional de la casa con el garaje colectivo sea la mejor solución al problema del estacionamiento del vehículo y al acceso desde el mismo a la vivienda. Evitando ubicar viviendas en planta baja, se propone en esta y en el sótano un espacio de portal-garaje, construido en doble altura, iluminado naturalmente y abierto al jardín que se descubre al traspasar el umbral del portal; este local garantiza el acceso único y decoroso a las viviendas tanto a pie como en vehículo. Desde la galería superior por la que se accede peatonalmente a las escaleras y ascensores se produce la conexión con el jardín.