Ca la Closa, una casa con dos refugios

La parcela de esta casa entre medianeras es estrecha y profunda. Su fachada oeste tiene unas maravillosas vistas sobre el Montsant, pero está expuesta al fuerte viento de la zona, el “mestral”. La este es la que conecta con la vida del pueblo.

Dentro resistía un viejo almendro que se quiso mantener y transformar en la parte central de la casa sobre la cual pivotan los espacios interiores habitables. Se decide situar dos cuerpos cerámicos en cada extremo del solar, y a cotas diferentes.

La pieza superior, la que da a la calle, es simple, un lugar donde resguardarse durante la noche, pero que crea un gran porche que recuerda los accesos de las casas vernáculas y permite justificar la plaza de aparcamiento. En cambio, la pieza inferior, que rodea al almendro y se sitúa al fondo del solar, es más compleja y está configurada con tres espacios exteriores y tres interiores: la cocina, la única habitación de la casa y el espacio de reunión compartido.

Así pues, Ca la Closa se transforma en dos experiencias vitales suficientes independientes, pero a la vez suficientemente conectadas y con recursos compartidos, que se ajustan a la flexibilidad y al presupuesto que se pedía.