Ampliación de la Escuela Sant Jordi

Nuestro objetivo era diseñar un espacio de aprendizaje interior y exterior que proporcionara experiencias atractivas para los pequeños estudiantes que lo habitan. Los pasillos se convierten en juegos infantiles y los patios quedan protegidos por porches y una pérgola ligera y alta que une las construcciones nuevas y las existentes, una sombra para el parque infantil y una red de protección para el campo de fútbol.

Había un esquema de diseño realizado por el Departamento de Educación catalán que había que seguir. Como tenía algunos errores de diseño básicos que no podíamos cambiar, tuvimos que idear un “edificio solar”, con una piel exterior porosa que aportara luz y unas condiciones climáticas óptimas al interior.

Dado que la escuela existente es un monumento arquitectónico protegido, los clientes nos sugirieron utilizar el mismo tipo de materiales. Se produjeron hace cuarenta años y ya no están disponibles. Así que simplemente decidimos usar cualquier sistema y material disponible. Y es que en 2014 el stock de materiales seguía siendo un problema tras la rescisión económica del país.

Se trata de una fachada de bloques de CMU duros y desnudos que crea estas condiciones mediante variaciones muy simples, creando patios, porches, galerías y velos de privacidad. Este colchón climático no solo negocia con los rayos del sol, sino también con todo tipo de variaciones atmosféricas, para que los niños se den cuenta de que todo se convierte en buen tiempo. La escuela se convierte en la primera estructura porosa pasiva construida en Cataluña. No se basa en la conservación de la energía, sino en una sabia interacción.