Nueva Terminal del Aeropuerto de Zaragoza

El edificio responde a una geometría sencilla compuesta por once módulos de disposición alterna que genera un movimiento sinuoso cuya singularidad refuerza el carácter del edificio a través de la cubierta y lo convierten en un icono.

El diseño destaca por su funcionalidad y responde a tres principios básicos: flexibilidad (estructura modular que posibilita un crecimiento por fases), claridad (edificio articulado de forma secuencial), maximización de la entrada de luz natural (incorporando lucernarios donde la estancia de los pasajeros es mayor). La responsabilidad medioambiental ha sido uno de los elementos favorecidos por el diseño, buscando el ahorro energético a través de una geometría sencilla que optimice la distribución interna y la utilización extensiva de luz natural. Además, se han preservado al máximo las actuales zonas verdes incorporando planes de replantación de pinos.

La cubierta se presenta como el elemento más representativo e icónico de toda la estructura gracias a su superficie ondulada que nos recuerda al motivo principal de la Expo: el agua y el desarrollo sostenible. El diseño del macrocontenedor volumétrico que delimita topológicamente el mundo interior del aeropuerto se define por la plasticidad de la cubierta. Acero, aluminio y pintura hidrosolubles en base poliéster color cobre marcan la sensualidad de la forma y del espacio y configuran la estimulante percepción del conjunto. La proporción del espacio así como el juego perspectivo originado se enriquecen con el control de la entrada de luz a través de los lucernarios a base de vidrios selectivos de Interpane, y carpintería de aluminio anodizada Inasus.

Los distintos conceptos en la elección de los acabados y sus texturas definen las distintas escalas de aproximación del edificio al usuario (piedra, lamas de aluminio, acero y caucho). La macroestructura de acero esmaltado en blanco se percibe como un material más frío y neutro, intocable, distante. Por el contrario, las microestructuras se muestran más amables, más cercanas. Compuestas por elementos cuyas texturas tectónicas son más propias al tacto humano. Acentuadas por el juego cromático de los distintos elementos, por su variabilidad respecto al movimiento del usuario mediante filtros y veladuras creadas por las lamas de aluminio de Alumafel, por la distinta sonoridad de los materiales y sus despieces, así como por la sutil reflexión que producen sus acabados satinados.

Y entre ambos mundos encontramos el pavimento, pétreo, rudo pero cálido, el verde coto. Tapiz que forma una delicada frontera que los yuxtapone reflejando tanto el mundo etéreo, acuático, sinuoso de la cubierta, como el más geométrico y humano de los pequeños microcontenedores. Por otro lado, la necesaria modularidad, así como la industrialización de los elementos que constituyen el aeropuerto, redunda en una percepción seriada que, obtiene su riqueza más profunda y esencial a través de las pequeñas variaciones y los acentos provocados por el mobiliario diseñado ex profeso con Alis para este aeropuerto. Este proyecto ha obtenido la acreditación a la eficiencia energética por AENOR en 2012.