Viviendas para profesores de la UPNA

La elección de la vivienda unifamiliar situada en los límites urbanos de la ciudad pretende, en nuestra opinión, recuperar un estándar de naturaleza al habitar moderno. Dudosos parámetros urbanísticos y económicos nos proporcionan como solar destinando a ello una parcela de 65 m de ancho por un fondo de 45 m, que debe dar cabida a ocho viviendas. Aun a pesar de las dificultades que de una crujía tan estrecha resultan, se pretende que todo ese estándar de bienestar natural se desarrolle en su plano natural.

El proyecto quiere y obliga a que toda la vivienda viva de ese pequeño jardín de 45 x 8 m. Pero habitar es también interiorizar un lugar, y parece necesario que ese estándar de naturaleza se produzca desde parámetros de intimismo que permitan que la casa sienta tan suyo ese jardín como cualquiera de las estancias más ocultas de la vivienda: dormitorios, cocina, etc.

Se plantea entonces el criterio de hacer toda la parcela una casa que ligue interior y exterior en un mismo espacio. La casa dispone de espacios más o menos protegidos de la intemperie, y todos ellos forman un uno que permite ampliar aquellas estancias más tradicionales a los límites de una “organicidad organizada”. Así se incluye a los habitáculos tipológicos de la vivienda tradicional el patio. No es este un patio romano, espacio único que centraliza la casa que desconfía del exterior. Al contrario, aquel viejo patio se disuelve en tres patios distintos para dotar a la casa de una organicidad dinámica capaz de ligar interior y exterior. La casa, que empieza en el mismo límite con la propia calle, dispone de un primer patio que sirve como espacio de intercambio entre lugar-ciudad y el lugar-casa, que ya no espacio-casa. En él se produce el encuentro de la calle con los habitáculos que necesitan de más privacidad y confort. El patio, y con él, la casa, adoptan la necesidad de salvar la diferencia de cotas del perfil del solar. Este ascenso da paso a un segundo patio, el más íntimo, que manifiesta la interiorización de la naturaleza en la casa y que permite construir un nuevo espacio que llamamos “salón de verano” que complementa en épocas estivales al salón clásico, siempre interior a la casa. Este segundo habitáculo abierto se orienta hacia el sur, recibiendo todo el sol que resbala por las cubiertas peinadas a su orientación y que desemboca en dicho patio. Y, por último, queda el tercer patio, cerrado ya solo por muros como el primero, y que envuelve ahora ya una naturaleza dominante.

Los tradicionales límites de la casa quedan disueltos en pos de la creación de un nuevo lugar que une el interior y el exterior. La diferencia de cotas en el interior de la parcela permite que la casa no se ensimisme en sus patios, sino que a través de ellos se asomen a la ciudad. La continuidad inmediata de los espacios cerrados y espacios abiertos permiten definir la casa como la ocupación extensa de toda la parcela, convirtiéndo el espacio del habitar en un lugar que define el marco de un nuevo habitar.