Xavier Corberó Olivella

A su regreso a España se instaló en Esplugues de Llobregat. Atraído en este momento por los componentes matéricos de la obra de arte, adoptó un lenguaje abstracto, en una modalidad plástica a medio camino entre las bellas artes y las artes aplicadas. Además de la escultura en piedra y en metal, trabajó relieves en bronce, que enriquecía con una serie de perforaciones y signos enigmáticos, lo que proporciona una apariencia mágica a estas obras, especie de joyas vistas a través de una lente de aumento. A mediados de los años sesenta se interesó por los temas relacionados con la exploración del azar y la participación del espectador. Llevó a cabo asimismo una serie de esculturas en un marco próximo al op-art y en 1966 inauguró en la galería Staempfli de Nueva York una exposición con piezas compuestas por elementos individuales, que el público podía unir y recomponer.

Marcel Duchamp, a quien había conocido en Cadaqués, seleccionó su obra para la exposición The Surrealists no surrealists, inaugurada en la Byron Gallery de Nueva York en 1969.

En 1972 fundó en Esplugues de Llobregat el Centro de Actividades e Investigaciones Artísticas de Cataluña (CAIAC), con un programa docente de talleres de creación artística y una dotación de becas para jóvenes creadores. Más tarde este centro se transformó en la CAIAC Fundación Xabier Corberó. Paralelamente inició un proceso de análisis sobre formas orgánicas, en orden a la realización de piezas de gran tamaño, convirtiéndose la escultura urbana en su primer objetivo y trasladando a escala monumental sus trabajos de joyería. En esta etapa de investigación biomórfica, la producción de Corberó mostró algunas conexiones con la obra de Brancusi, Arp o Isamu Noguchi, aunque con un componente erótico que no existe en la obra de esos autores.

Tras establecer su residencia en Nueva York, se dedicó plenamente a la escultura, especialmente a los trabajos de carácter monumental. En la década de los ochenta su obra se caracteriza por la utilización de mármoles blancos y rosados, que aportan pureza formal y sensualidad a las superficies. Más tarde inició su serie de grandes columnas de mármol, y ya en los noventa, llevó a cabo una nueva serie titulada Traus i butons, en la que logró dotar al mármol de delicadas transparencias.