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Itinerario
La de 1990 es una década enmarcada por grandes eventos, arquitecturas espectaculares e infraestructuras colosales. Inevitablemente, en sus inicios recordamos la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, dos eventos que dirigieron la atención mundial hacia España y que sirvieron para impulsar transformaciones urbanas de enorme calado en que los edificios de autor jugaron un papel emblemático.
Resulta imposible seleccionar obras entre un repertorio tan amplio de arquitecturas extraordinarias, pero podemos visitar la Estación de Santa Justa y la Torre de Collserola como testigos fieles de los efectos más duraderos que nos dejarían dichos eventos: la aceleración de la movilidad y la expansión de las comunicaciones y la información como soportes maestros de una sociedad globalizada.
Itinerario comisariado por
Lluis Juan Liñán
Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana
Medios de transporte
![Torre de Collserola](https://serviciosdevcarq.gnoss.com//imagenes/Documentos/imgsem/c9/c92b/c92b1ea3-3f1b-4956-9fb1-23b850af0e27/10c4e3a2-11df-44b3-9a7c-ae2cc254bbd5_670.jpg)
![Estación de Santa Justa](https://serviciosdevcarq.gnoss.com//imagenes/Documentos/imgsem/c9/c92b/c92b1ea3-3f1b-4956-9fb1-23b850af0e27/a0f1a09a-5249-44f3-a171-4c33ab244f11_670.jpg)
Se podría decir que las dos obras que recordamos al final de la década condensaron en su arquitectura estos mismos efectos. El Kursaal de San Sebastián y, sobre todo, el Museo Guggenheim de Bilbao se construyeron como iconos altamente reconocibles con la capacidad de movilizar grandes flujos de personas y de información. Tanto es así que el museo bilbaíno generó su propio efecto: el ‘efecto Guggenheim’, marca registrada de la capacidad de la arquitectura de autor para transformar zonas enteras de una ciudad y símbolo de referencia para todas aquellas ciudades que, a partir de entonces, apostarían por los edificios icónicos como instrumento de desarrollo.
![Museo Guggenheim de Bilbao](https://serviciosdevcarq.gnoss.com//imagenes/Documentos/imgsem/c9/c92b/c92b1ea3-3f1b-4956-9fb1-23b850af0e27/911989ba-2f5a-4702-8b37-80eca132861f.jpg)
El peso cultural asumido por estas arquitecturas espectaculares no limitó la promoción de otro tipo de obras de menor impacto simbólico, sino que, al abrigo del optimismo económico y de la atención arrastrada por estos eventos, la arquitectura de autor se multiplicó por todos los estratos de la construcción pública. Así, por cada pabellón y centro de alto rendimiento encontraremos en esta década instalaciones deportivas de menor envergadura que, como el Polideportivo en Simancas o el Centro de natación de San Fernando de Henares, se construyeron con una ambición que nada tiene que envidiar a la de las grandes obras levantadas en Sevilla o Barcelona.
![Polideportivo de Simancas](https://serviciosdevcarq.gnoss.com//imagenes/Documentos/imgsem/c9/c92b/c92b1ea3-3f1b-4956-9fb1-23b850af0e27/6d90add3-3409-4727-96aa-d6dc2d3ce66a.jpg)
De forma similar, por cada uno de los grandes museos levantados en la cornisa cantábrica descubriremos equipamientos culturales como el Centro Cívico Lakua, la Casa de la Cultura de Ciempozuelos o el Museo Provincial de Arqueología y Bellas Artes de Zamora que, a pesar de su mayor humildad de recursos, desplegaron una arquitectura de enorme impacto en su contexto.
![](https://serviciosdevcarq.gnoss.com//imagenes/Documentos/imgsem/c9/c92b/c92b1ea3-3f1b-4956-9fb1-23b850af0e27/6fdbdb6f-e9b6-4de3-b651-8f0183fe4465_670.jpg)
Fuera del marco delimitado por los emblemas construidos de la década encontramos obras cuyo carácter e interés se basó, curiosamente, en la invisibilidad y la integración en el lugar. En esta línea destacamos numerosas intervenciones patrimoniales que se insertaron en edificios históricos para desarrollar nuevos equipamientos públicos. Obras como la Biblioteca de la Universitat Pompeu Fabra o la Restauración del Hospital del Rey de Melilla nos recuerdan la relevancia de prestar atención al extenso patrimonio histórico de nuestro país, continuando con el interés por este campo cultivado en la década anterior.
Propio de esta década, no obstante, es un renovado interés sobre el paisaje y su relación con la arquitectura. Así, el trabajo con el espacio público define a muchas de las obras más destacadas de los años 90, obras que, pese a su menor visibilidad, transformaron por completo la manera en que experimentamos las zonas compartidas de nuestras ciudades. En este sentido, la renovación del Passeig Marítim de Gavà o el Jardín Botánico de Barcelona son testigos de una sensibilidad que encontraría su colofón en el Cementerio de Igualada, una obra en que la arquitectura y el paisaje se funden, al igual que el cuerpo y la tierra se juntan al término de la vida.
![Planta del Cementerio de Igualada](https://serviciosdevcarq.gnoss.com//imagenes/Documentos/imgsem/c9/c92b/c92b1ea3-3f1b-4956-9fb1-23b850af0e27/4b12cdc6-4357-4257-a854-1ff2f6b74772.jpg)