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Álvaro Siza Vieira
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La arquitectura de Álvaro Siza es un deleite para los sentidos y eleva el espíritu. Cada línea y cada curva están colocadas con destreza y precisión.
Como los primeros modernistas, sus formas, moldeadas por la luz, tienen una aparente sencillez; son reales. Resuelven directamente los problemas de diseño. En el caso de que se necesite sombra, se coloca un plano que sobresalga para proporcionarla. Si se desea una vista, se construye una ventana. En un edificio de Siza, las escaleras, las rampas y los muros parecen estar predeterminados. Sin embargo, esa simplicidad se revela como una gran complejidad. Hay una sutil maestría subyacente en lo que parecen creaciones naturales. Parafraseando las propias palabras de Siza, sus creaciones son una respuesta a un problema, una situación en transformación, en la que él participa.
Si el postmodernismo no hubiera reclamado el término y distorsionado su significado, los edificios de Álvaro Siza podrían haberse llamado legítimamente así. Su arquitectura procede directamente de las influencias modernistas que dominaron el campo desde 1920 hasta 1970.
Aunque el mismo Siza rechazaría la categorización, su arquitectura, como extensión de los principios modernistas y la sensibilidad estética, es también una arquitectura de varios aspectos: respeto por las tradiciones de su Portugal natal, un país de materiales y formas desgastados por el tiempo; respeto por el contexto, ya se trate de un edificio o barrio antiguo como el barrio de Chiada en Lisboa, o del borde rocoso del océano en su club de natación de Oporto; y, por último, respeto por los tiempos en los que ejerce el arquitecto actual, con todas sus limitaciones y desafíos.
La atención característica de Siza a las relaciones espaciales y la adecuación de las formas son tan pertinentes para una residencia unifamiliar como para un complejo de viviendas sociales o un edificio de oficinas mucho más grandes. La esencia y calidad de su obra no se ve afectada por la escala.
Cuatro décadas de creación de formas paciente e innovadora por parte de Siza han proporcionado declaraciones arquitectónicas únicas y creíbles, al mismo tiempo que sorprenden a la profesión por su frescura.
Siza es profesor, no solo en la universidad donde estudió, sino también como conferencista invitado en todo el mundo, avivando el intenso interés que sus diseños generan, particularmente en las generaciones más jóvenes.
Siza sostiene que los arquitectos no inventan nada, sino que se transforman en respuesta a los problemas que encuentran. Su enriquecimiento del vocabulario e inventario arquitectónico mundial durante las últimas cuatro décadas es suficiente justificación para otorgarle el Premio Pritzker de arquitectura 1992. Asimismo, el jurado le desea lo mejor para que continúe con sus transformaciones.
+info:
https://www.pritzkerprize.com/laureates/1992