Alejandro Aravena

Alejandro Aravena lidera una nueva generación de arquitectos que tiene una comprensión holística del entorno construido y ha demostrado claramente la capacidad de conectar la responsabilidad social, las demandas económicas, el diseño del hábitat humano y la ciudad. Pocos han estado a la altura de las exigencias de la práctica de la arquitectura como empresa artística y de los retos sociales y económicos actuales. Aravena, de Chile, su país natal, ha logrado ambas cosas y, al hacerlo, ha ampliado significativamente el papel del arquitecto.

Nacido en 1967 y ejerciendo desde 1994, Aravena se ha dedicado constantemente a la arquitectura con una visión clara y una gran habilidad. Ha realizado varios edificios para su alma mater, la Universidad Católica de Chile, como la Escuela de Matemáticas (1998), la Facultad de Medicina (2001), la renovación de la Facultad de Arquitectura (2004), las Torres Siamesas (2005) y, más recientemente, el Centro de Innovación UC-Anacleto Angelini (2014). Cada edificio muestra una comprensión de cómo la gente utilizará las instalaciones, el uso apropiado y considerado de los materiales y un compromiso con la creación de espacios públicos que beneficien a la comunidad en general. En el Centro de Innovación Angelini se aprecia la madurez de este arquitecto. Una estructura poderosa desde la distancia, pero notablemente humana y acogedora. Invirtiendo las convenciones, el edificio es una estructura opaca de hormigón en el exterior y tiene un atrio acristalado lleno de luz en el interior. Con la masa del edificio en el perímetro, el consumo de energía es mínimo. El interior tiene muchos lugares para encuentros espontáneos y una transparencia que permite ver la actividad en todas partes. Aravena ha creado un entorno rico en espacios vivos, interesantes y acogedores.

Ha realizado obras de excelencia arquitectónica en encargos privados, públicos y educativos tanto en su país de origen como en el extranjero, incluidos los Estados Unidos —una residencia y un comedor en la Universidad de St. Edward en Austin, Texas— y lugares tan lejanos como Shanghai, China para la empresa farmacéutica Novartis. Ha realizado proyectos de diferentes escalas, desde viviendas unifamiliares hasta grandes edificios institucionales. En todas sus obras, aborda la tarea con un enfoque fresco y la capacidad de empezar sin ninguna idea o forma predeterminada. Entiende de materiales y de construcción, pero también de la importancia de la poesía y el poder de la arquitectura para comunicar a muchos niveles.

Lo que realmente diferencia a Aravena es su compromiso con la vivienda social. Desde el año 2000 y desde la fundación de ELEMENTAL, sus colaboradores y él han realizado consistentemente obras con claros objetivos sociales. La empresa, a la que llaman «Do Tank», en contraposición a «think tank», ha construido más de 2.500 unidades mediante soluciones arquitectónicas creativas, flexibles y directas para viviendas sociales de bajo costo. El equipo de ELEMENTAL participa en todas las fases del complejo proceso de proporcionar viviendas a los más desfavorecidos: colabora con políticos, abogados, investigadores, residentes, autoridades locales y constructores, con el fin de obtener los mejores resultados posibles en beneficio de los residentes y de la sociedad. La comprensión de la importancia de las aspiraciones de los habitantes y su participación activa e inversión en un proyecto, así como un buen diseño, han contribuido a la creación de nuevas oportunidades para quienes proceden de entornos desfavorecidos. Este enfoque inventivo amplía el alcance tradicional del arquitecto y transforma al profesional en una figura universal con el objetivo de encontrar una solución verdaderamente colectiva para el entorno construido.

La generación más joven de arquitectos y diseñadores que busca oportunidades para efectuar cambios puede aprender de la forma en que Alejandro Aravena asume múltiples papeles en lugar de la posición singular de un diseñador para facilitar un proyecto de vivienda, y al hacerlo, descubre que tales oportunidades pueden ser creadas por los propios arquitectos. A través de este enfoque, le da a la profesión de arquitecto una nueva dimensión, necesaria para responder a las demandas actuales y afrontar los futuros retos del sector.

Alejandro Aravena personifica el renacimiento de un arquitecto más comprometido socialmente, especialmente en su compromiso a largo plazo para hacer frente a la crisis mundial de la vivienda y luchar por un mejor entorno urbano para todos. Tiene un profundo conocimiento tanto de la arquitectura como de la sociedad civil, como se refleja en sus escritos, su activismo y sus diseños. El papel del arquitecto se ve ahora desafiado a servir a mayores necesidades sociales y humanitarias, y Alejandro Aravena ha respondido con claridad, generosidad y plenitud a este desafío. Por la inspiración que proporciona a través de su ejemplo y sus contribuciones a la arquitectura y la humanidad pasada y futura, Alejandro Aravena es el ganador del Premio Pritzker de arquitectura 2016.