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Durante más de 15 años, los arquitectos Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa han trabajado juntos en su asociación de colaboración, SANAA, donde es prácticamente imposible desentrañar qué individuo es responsable de qué aspecto de un proyecto en particular. Cada edificio es en definitiva una obra que surge de la unión de sus dos mentes. Juntos han realizado grandes encargos, como el O-Museum de Nagano y el Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI de Kanazawa (ambos en Japón), el Pabellón de Cristal del Museo de Toledo (Ohio), el Teatro y Centro Cultural De Kunstline (Almere, Países Bajos), el Nuevo Museo de Arte Contemporáneo (Nueva York, NY) y el Centro de Aprendizaje Rolex (Lausana, Suiza), inaugurado recientemente.
Los edificios de Sejima y Nishizawa parecen aparentemente sencillos. Los arquitectos tienen una visión de un edificio como un todo continuo, donde la presencia física se retira y forma un fondo sensual para las personas, los objetos, las actividades y los paisajes. Exploran como pocos las propiedades fenomenales del espacio continuo, la ligereza, la transparencia y la materialidad para crear una síntesis sutil. La arquitectura de Sejima y Nishizawa contrasta directamente con lo pomposo y retórico. En cambio, buscan las cualidades esenciales de la arquitectura que se traducen en una sencillez, economía de medios y moderación muy apreciados en su trabajo.
Esta economía de medios, sin embargo, no se convierte en una simple operación de reducir la mano de obra de los arquitectos. Sino que es una investigación intensa y rigurosa anclada en el trabajo duro y la determinación férrea. Es un proceso constante de refinamiento, donde se investiga a fondo el programa de cada cliente y se exploran múltiples posibilidades de diseño a través de numerosos dibujos y maquetas que comprueban cada alternativa. Las ideas se consideran y descartan, se replantean y se reelaboran hasta que solo quedan las cualidades esenciales de un diseño. El resultado es una combinación ingeniosa de estructura y organización, de propósito lógico y belleza precisa.
Puede resultar tentador considerar elitistas o estrafalarias las refinadas composiciones de ligereza y transparencia de Sejima y Nishizawa. Sin embargo, su estética es la de la inclusión. Su enfoque es fresco, siempre ofrece nuevas posibilidades dentro de las limitaciones normales de un proyecto arquitectónico que da sistemáticamente el siguiente paso. Utilizan materiales comunes y cotidianos sin perder de vista las posibilidades de la tecnología contemporánea; su forma de entender el espacio no reproduce los modelos convencionales. A menudo optan por espacios no jerarquizados o, en sus propias palabras, por la «equivalencia de espacios», creando edificios democráticos y sin pretensiones según la tarea y el presupuesto de que se trate. Un ejemplo es el proyecto de Almere en los Países Bajos, con sus numerosas aulas y talleres sencillos, todos con vistas privilegiadas al mar. Otro ejemplo es el Centro de Aprendizaje Rolex en Lausana, un espacio para uso de los estudiantes de día y de noche. En un principio, Sejima y Nishizawa lo concibieron como un edificio de varias plantas, pero, durante sus deliberaciones, decidieron convertirlo en un espacio único pero vasto y fluido. Los numerosos espacios del edificio (biblioteca, restaurante, zonas de exposición, oficinas, etc.) no están diferenciados por muros, sino por las ondulaciones de un suelo continuo, que sube y baja para acomodar los distintos usos, al tiempo que permite vistas a través de este «paisaje para las personas» interno.
La relación del edificio con su contexto es de suma importancia para Sejima y Nishizawa. Han llamado a los edificios públicos «montañas en el paisaje», pues creen que nunca deben perder la conexión natural y significativa con su entorno. El Nuevo Museo de Nueva York parece una casa en la agitada zona de Bowery de la ciudad. Sus museos acristalados, como el Pabellón de Cristal del Museo de Arte de Toledo (Ohio), difuminan las fronteras entre el interior y el exterior, ofreciendo vistas directas y cambiantes del entorno.
Si bien Sejima y Nishizawa no han publicado tratados teóricos hasta la fecha, son arquitectos cerebrales, cuyo trabajo se basa en una investigación rigurosa y se guía por conceptos sólidos y claramente definidos. Como homenaje, se nombró a Kazuyo Sejima como director de la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2010.
Se ha galardonado con el Premio Pritzker de arquitectura 2010 a Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa por una arquitectura que es tanto delicada como poderosa, precisa y fluida, ingeniosa, pero no excesiva o abiertamente inteligente; por la creación de edificios que se integran de forma exitosa con sus contextos y las actividades que contienen, creando una sensación de plenitud y riqueza experiencial; por un lenguaje arquitectónico singular que surge de un proceso colaborativo que es a la vez único e inspirador; por sus destacados edificios terminados y la promesa de nuevos proyectos juntos.
+info:
https://www.pritzkerprize.com/laureates/2010