Sverre Fehn

La arquitectura del noruego Sverre Fehn es una fascinante y apasionante combinación de formas modernas atemperadas por la tradición y la cultura escandinavas de donde procede. En sus diseños da gran primacía a la relación entre el entorno construido y el natural.

Evitando lo ingenioso, lo novedoso y lo sensacional, Fehn ha perseguido su versión del modernismo del siglo XX con constancia y paciencia durante los últimos cincuenta años. Con un proyecto cuidadosamente diseñado tras otro, ha mostrado un virtuosismo y una creatividad que ahora lo ubican entre los principales arquitectos del mundo.

El Pabellón noruego en la Exposición Universal de Bruselas de 1958 fue una muestra temprana de su talento. Unos años después, se confirmó con el Pabellón Nórdico de la Bienal de Venecia. Desde esos primeros trabajos, Fehn ha demostrado que es un arquitecto para todas las estaciones con muchas dimensiones, lo que le permite estar tan cómodo con el diseño de muebles, exposiciones y objetos como con la arquitectura. Su elocuencia con los materiales es fácilmente equiparable a su poético dominio de las palabras.

La geografía del lugar y del tiempo, con un abanico de diversidad que incluye desde el Marruecos primitivo hasta la actual ciudad de Nueva York, así como una amalgama de multitud de influencias, han desempeñado un papel importante en el desarrollo de Fehn. Algunos de los grandes arquitectos del siglo Louis Kahn, Frank Lloyd Wright, LeCorbusier, Alvar Aalto, Mies van der Rohe, Jean Prouvé, así como su compatriota y mentor Arne Korsmo han servido de inspiración, pero los resultados de Fehn tienen una individualidad y originalidad singulares.

Ha evitado modas y tendencias que han influido en gran parte de la arquitectura contemporánea, desarrollando pacientemente su propio estilo individual, siempre buscando la mejora.

Ha abierto nuevos caminos al dar una forma arquitectónica moderna a elementos de su paisaje noruego natal: la luz del norte, la piedra gris y los bosques verdes, mezclando fantasía y realidad en edificios contemporáneos e atemporales.

En ninguna parte es esto más evidente que en el museo de Hamar, donde además de equilibrar los requisitos del sitio y el programa, la combinación de lo antiguo y lo contemporáneo tenía que estar en armonía.

El cuerpo de trabajo de Sverre Fehn se erige como testimonio del talento, la creatividad y la sensibilidad de uno de los arquitectos más destacados del mundo. Es lógico que haya sido galardonado en 1997 con el Premio Pritzker de arquitectura.